Mi cabeza es un continuo graznar de cuervos
que abalanzándose sobre nuestro recuerdo,
no dejan de él más que un eco ensordecido
por este dolor que se ciñe a mi garganta.
Se amontonan aquí los susurros despedazados,
allá los roces de tu piel hechos añicos,
a lo lejos tu voz se desvanece,
ya no siento tu olor, ya sólo oigo ruido.
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